Una nueva era diagnóstica y terapéutica del cáncer está en marcha. Gracias a los avances de la medicina, en la actualidad un gran número de pacientes superan esta enfermedad. Ahora su tratamiento no se limita a la cirugía, quimioterapia o radioterapia, y una valoración integral de los pacientes es fundamental. El impacto psicológico que conlleva es muy considerado en su abordaje, ya que su adecuado manejo mejora la calidad de vida de un paciente que se enfrenta a un diagnóstico complejo, al que se añade un gran impacto social.
A veces intentamos ponernos en el lugar del paciente portador de un tumor. Alguno, puede creerse capaz de sentir lo que un paciente oncológico sufre desde que recibe la inquietante noticia hasta que sus días se terminan. Ni siquiera yo, que me dedico completamente a esta realidad, sé verdaderamente qué sienten estos pacientes, aunque muchas veces me pidan definir esta enfermedad.
El cáncer es un paciente en remisión pero que, a pesar del paso del tiempo, sufre el miedo a que un día le comuniquemos que ha vuelto. El cáncer tiene 78 años y pese a consumirse poco a poco, cada vez que viene a la consulta sus ojos dibujan una sonrisa diciendo que luchará con todas sus fuerzas. Tiene 73 años, cada 15 días viene sola a la consulta porque no quiere molestar a su familia y llora de alegría cuando le digo que las metástasis están más pequeñas. Tiene 62 años y es tan raro que solo pudo estar con su familia 2 meses más antes de apagarse. Tiene 38 años y aguantó porque quería ver a su hija hacer la comunión, días antes de dar su último suspiro rodeado de su familia. El cáncer es una chica de 29 años, que desde hace 2 nos mira desde el cielo. El cáncer tiene 42 años, ha sufrido la pérdida repentina de su marido por un infarto y ahora lucha por sacar adelante a dos hijos y enfrentarse a la enfermedad. El cáncer tiene 76 años, en su juventud fue un auténtico desastre y ahora llora porque sus hijos no han sido capaces de perdonar ese pasado.
El cáncer son los trabajadores de los hospitales de día, que saben el nombre y apellidos de cada paciente. Son los voluntarios que vienen a ver a los pacientes ingresados o a los que esperan en una sala. Son los oncólogos que se dedican a ello, dejando de lado otras cosas que al fin y al cabo no eligieron cuando escogieron la especialidad.
Esto es el cáncer, personas con nombres y apellidos, identidad, historias que contar, miedos, ilusiones. Cuando celebramos el día mundial contra el cáncer, no solo hay que leer lo que terceros escriben. Hay que escucharles a ellos, ayudarles a vencer sus miedos, hablar sin tabúes de sus preocupaciones. Nadie como ellos sabe qué significa la palabra cáncer.
Dra. Beatriz Castelo Fernández. Especialista en Oncología Médica.
Hospital Universitario La Paz, Madrid.